Origen y significado de la celebración del Día de Muertos

Día de muertos

Día de Muertos, un evento que simboliza el ciclo de la vida, representando la muerte como una frontera con el más allá.

La celebración del Día de Muertos en México es una festividad cuyo origen se remonta, de acuerdo con los datos e información recaudada por historiadores, a la época prehispánica, en civilizaciones como los mexicas y los aztecas.

Las cuales tenían, como parte de sus costumbre y tradiciones, varios periodos durante el transcurso del año para celebrar a sus fallecidos; los más importantes se realizaban al terminar las cosechas con el objetivo de compartir con quienes ya no estaban los beneficios de los primeros frutos, abarcando los meses de septiembre, octubre y noviembre.

Creían, además, que la vida continuaba aún en el más allá, considerando la existencia de cuatro “destinos” a los que las personas eran guiados al fallecer, de acuerdo a su forma de morir:

  • El Chichihualcuauhco: Un espacio destinado para los bebés fallecidos, los cuales, de acuerdo a las creencias, eran amamantados ahí por un enorme árbol nodriza hasta que tuvieran la oportunidad de “volver a nacer”.
  • El Tlalocan: Un paraíso al que llegaban aquellos desafortunados que fallecieron a consecuencia del agua.
  • El Tonatiuhichan o “Casa del sol”: Sitio al que eran enviados los guerreros que fallecían en batalla, quienes habían sido capturados para el sacrificio y las mujeres embarazadas.
  • El Mictlán: El reino de los muertos, destino de las personas que fallecían por causas no relacionadas al agua, la guerra o el parto.

Tras la llegada de los españoles el Día de Muertos, al igual que otras fiestas religiosas tradicionales, sufrió modificaciones.

Los evangelizadores se percataron de que había una coincidencia de fechas entre la celebración prehispánica del Día de Muertos con el día de Todos los Santos, dedicado a la memoria de los santos que fallecieron en nombre de Cristo y la celebración de los Fieles

Difuntos cuyo propósito era recordar a todos los fallecidos por diversas pandemias, realizada justo un día después.

Reduciendo entonces el Día de Muertos a tan solo dos días, el 1 y 2 de noviembre.

Junto con ello las costumbres prehispánicas de incinerar a los fallecidos o enterrarlos en el hogar fueron eliminadas, dando paso a que los restos fueran depositados en las iglesias (los ricos adentro y los pobres en el atrio).

Se adoptaron, además, costumbres españolas, como el consumir postres elaborados con forma de huesos que derivaron en el popular pan de muerto y las calaveritas de azúcar.

Al mismo tiempo comenzó la costumbre de poner un altar conformado por distintos elementos a manera de ofrenda, para que los familiares rezaran por el alma del difunto con la intención de que llegara al cielo.

De igual manera, se hizo tradicional la visita a los cementerios, creados a finales del siglo XVIII, como una forma de prevenir enfermedades al construirlos a las afueras de las ciudades.

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